Un texto para Niní
Corría el año 2005 cuando, casi por azar, conocí a Niní Bernardello. El encuentro con ella ocurrió gracias al Proyecto Atmósferas, que logré generar con la valiosa colaboración del Complejo Cultural de Santa Cruz para dar voz a artistas e intelectuales de la región más austral de nuestro país. En el Museo Cabo Vírgenes, frente al Estrecho de Magallanes, en el punto geográfico donde se dividen las aguas de los océanos Atlántico y Pacífico, un invernal sábado por la tarde comprendí lo dificil que es sostener allí el arte.
Al finalizar las distintas ponencias, oí una voz profunda, que deseaba expresar a través de sus creaciones ese momento emocional que nos unía a todos. Era la voz grave de Niní, que se elevó sobre nosotros y recitó el poema «Atlántico», que acababa de escribir en un cuaderno.
La tarde bifronte de cornamenta dorada
abre su boca al borde del Atlántico
La arena finísima y oscura tiembla bajo mis pies
y la espuma crece dormida
Toco su efervescencia blanca
como si fuese un libro de aguas
y su pasado arcaico electriza mis dedos.
Después nos mostró sus dibujos y pinturas. Fue una experiencia reveladora, por la que comencé a admirar a Niní y su obra. Luego, cada vez que visité la región, tuve con ella largas e inolvidables conversaciones sobre el arte; también veía cómo avanzaba su obra plástica, que se transformaba muchas veces en campo de experimentación.
Su mundo visual es propio; transita por diferentes caminos, buscando siempre interpretar al ser humano y su ámbito circundante. En él, se percibe cómo la artista se sumerge en profundas meditaciones para crearlo. Sus dibujos, en los que ejercitaba lo mínimo como si escribiera un poema, se cruzaban con la materia de sus pinturas. La curiosidad estaba siempre presente en los collages que realizaba como entrenamiento para nutrir su ser creador.
Niní Bernardello fue una gran artista de la palabra, que enriqueció con sensible calidad y creatividad las artes plásticas. Su producción pictórica se nutrió de registros que dejaron huellas sobre lo que no vemos. Sus bellos dibujos nos muestran escenas no siempre complacientes del mundo que habitamos.
Matilde Marín, Buenos Aires, 2021